Llega el jueves 5 a los cines Lennons, la tercera película de José María Cicala, con un guión compartido junto a Griselda Sánchez, Martín Borra y Luciano Gerez. En el elenco están Gastón Pauls, Betiana Blum, Luciano Cáceres, Luis Machín, Eduardo Calvo, Roberto Peloni y la presentación de Javier Parisi, como el beatle del título. “Para mí es una película más para chicos –dirá Gastón Pauls– porque tiene un humor muy sano. Creo que es una comedia ingenua y bizarra. Es la historia de un buscador de dobles, Guillermo Canelón, que solo él ve parecidos hasta que encuentra al de Lennon que le puede salvar la vida económica y humanamente”.

—¿La película tiene varios guiños sobre el mundo del cine?

—El primer corte de Lennons duraba cuatro horas, por eso digo que es un delirio total porque José (Cicala) empezaba a agregar muchos dobles y había guiños todo el tiempo con otras películas como el caso de Nueve reinas. 

—¿Les temés a las críticas?

—Una vez, creo que fue Victoria Abril, en un Festival de San Sebastián me dijo: “Mirá, hagas lo que hagas un 33% va a hablar bien, al mismo porcentaje no le va a gustar y al tercero no le interesará, porque no sabe ni siquiera quién sos”. Hago y sigo haciendo. Uno filma por distintas razones, a veces es porque necesitás comer, otras porque te gustó el elenco o el guión te divierte. Tiene que ver con motivos muy personales. Al Ciudadano Kane la destrozaron, ya no me puedo preocupar si criticaron a Luis Alberto Spinetta y Charly García. Recuerdo que hablaron pésimo de Nueve reinas y de Iluminados por el fuego. Hace cuatro años destruían a Messi y hasta pedían que lo sacaran de la Selección…

—“Nueve reinas” o “Iluminados por el fuego”: ¿cuál te dio más trascendencia?

—En dos sentidos distintos. Nueve reinas fue como un antes y un después laboralmente y también afuera, ya se va a reestrenar. Me voy a ir a San Sebastián porque la pasarán en el Festival. Iluminados por el fuego es sin duda el film que más acompañé por el mundo y en todos lados generaba un golpazo muy distinto al de Nueva reinas, ya que toca fibras muy internas. 

—¿Cómo vivís este momento en que predomina tanto el odio?

—Busco el encuentro y planteo escuchar al otro. A veces no estoy de acuerdo al 100% con lo que dice alguien, pero quizás el 50%, o el 20% me puede servir a mí hasta para potenciar mi posición o profundizarla. Hace 16 años que voy al grupo de recuperación. Siempre soy muy claro, duran una hora y media, y son 85 minutos de escucha y cinco para compartir. En gran parte es lo que está haciendo falta: el poder escuchar y también hablar. Estamos en un gran momento para escuchar respetuosamente, empezar a encontrarnos y a hacer acuerdos. Me parece que es fundamental. 

—¿Qué le dirías a quien propone cerrar el Incaa?

—Siempre se ha encontrado la manera para seguir contando hasta en los peores momentos. Me refiero cuando no se podía contar nada, siempre se agudizaba el ingenio. Dios quiera que no pase, pero también confío en la capacidad para encontrar caminos para seguir. Somos un país sin muchos medios, comparándonos con Francia, Italia, Reino Unido o Estados Unidos, con economías sólidas. Pero sin ningún lugar a dudas Argentina en el mundo tiene un cine de los más respetados y eso no deberíamos perderlo. Es un trabajo y también puede ser un divertimento, que también es muy necesario o un espacio de reflexión.

—Debutaste en “Montaña rusa” (1994): ¿te arrepentiste de alguna ficción?

—No. Son un montón de años, casi treinta, con muchas películas, también televisión y teatro, aunque menos pero muy sustancial para mí. Trabajé con grandes monstruos como Pepe Soriano, quien hace muy poco murió, Cipe Lincovsky, Ulises Dumont, María Rosa Gallo o Federico Luppi. Después de filmar más de setenta películas me llevo la experiencia de haber trabajado y escuchado. Si me ponía a hablar me hubiese perdido una escuela y mucha información. A veces también te enseña el debutante. Hay que estar siempre muy vulnerable y atento para para poder captar y aprender la verdad.

—¿Cuáles serán tus próximos proyectos?

—Este es un año importante porque finalmente después de quince años de haberlo escrito está empezando a avanzar un viejo proyecto sobre la vida del padre Carlos Mujica y otro guión que escribí titulado El año del Dragón. Estoy escribiendo muy lentamente una obra de teatro para cuatro actores, que espero estrenar el próximo año.

—¿Por qué creés que sos uno de los actores más hackeados en Instagram?

—Estoy haciendo un programa que habla de prevención en adicciones y ellas son grandes negocios (N de R: Seres libres por Crónica TV). No estoy hablando solamente de la parte de la venta, sino que las publicidades de cerveza y de alcohol son la entrada al mundo de la droga. Te venden que siempre todo es maravilloso. No hay avisos que te muestren a un hombre borracho que choca en la esquina y mata a varias personas. Siempre aparece gente que está muy bien vestida, con la dentadura recién blanqueada, en casas hermosas, todos son felices y tienen un muy buen pasar económico. Además te ponen algo que tiene que ver con el encuentro. Entonces un nene de diez años que ve la publicidad como sponsor del fútbol o del rugby, cree que tiene que tomar. Es muy perverso el mensaje y ahí vuelvo al hackeo.

—En tu programa mostraste otro tipo de adicciones, como las estéticas. ¿Qué recuerdo te dejó tu encuentro con Silvina Luna?

—Era una persona hipersensible, hermosa, buena mina, compañera, de verdad muy ubicada, que había crecido mucho en lo emocional y espiritualmente, en el último tiempo. Fue muy doloroso también por esta presión social que se ejerce inconscientemente desde los mismos medios sobre los cuerpos y los intelectos sobre cómo tiene que ser. En un determinado momento de la vida podés sentir que para ser aceptado tenés que hacerlo.

—¿Qué sentís frente a la ausencia de ficciones en la televisión abierta?

—Es tristísimo porque estamos siendo testigos de otra clase de ficciones. La de autores con guionistas, actores y directores en un punto es como una ficción más honesta que las otras, que sabemos que existen. Muchas veces los noticieros de la derecha y de la izquierda son ficciones, porque están armados de una determinada manera, para que levanten o bajen a un candidato. También los programas de la tarde, donde hay gente que ya tiene su personaje. Es triste que la ficción como la conocíamos no tenga lugar.

—¿Reemplazaste el teatro por estas charlas que das?

—Soy actor y el lugar sagrado es el escenario, pero lo que cuento no es un guión escrito por un guionista, lo que relato es una historia que viví y padecí, ahí está la diferencia. Comparto ese testimonio relatando lo vivido y la gente también habla. Ese encuentro es mágico y místico, como lo tiene cualquier hecho artístico. De alguna manera el origen del teatro fue así. Estoy feliz porque ya lo vieron quinientas mil personas en estos ocho años y recorrí todo el país.

—¿Qué le dirías a quien se inicia en tu profesión?

—Me parece importante el no copiar, en un mundo donde lamentablemente está de moda el pegar y copiar. Debemos tener la valentía de descubrir cuál es nuestra voz, nuestra forma de actuar o bailar, porque eso es lo más lindo y genuino que tenemos.